miércoles, 18 de septiembre de 2013

El cambio eterno es la existencia de lo inexistente.

Vomitaste esos frívolos amores fucsias sobre tu corteza y te dejaste consumir por tu disfraz. Por querer el cambio quisiste diferenciarte del mundo con tanta fuerza que lo rechazaste, y buscaste entonces ser excluido. Recluído en vos mismo, deseoso de no pertenecer, negaste tu propio ser sin matarlo, solo negándolo eternamente con el cambio incierto e insulso. Un eterno estado de cambio (donde no cambia nada) pues tu cobardía no te permite la muerte, pues tu cobardía no te permite la decisión. No sos, ni dejás de ser.

Eres la desgracia de tus ideales. Eres tu propia escoria. Pues tu disfraz y tu inexistente existencia (y tu existente inexistencia) solo cabe ser en el mundo que rechazas sin cambiarlo. Eres el sustento del mundo que odias (y que amas en tu rechazo). Vomitaste esos frívolos amores fucsias sobre tu corteza y te dejaste consumir por tu disfraz...

Al cambio no se lo rechaza. Al cambio no se lo induce. Al cambio se le enfrenta, sin rechazarlo,asumiéndolo, pues solo así cambia su pestilencia. Si querías cambiar el mundo, hubieses empezado por rechazar sus disfraces.