viernes, 11 de octubre de 2013

Texto.

Mi atención cubrió su piel con el recuerdo de un inmaculado ideal, que creí haber conocido en el norte, aunque pronto supe que tan solo lo había creado. La envolvió por completo, de tal forma que no era ella, sino el recuerdo lo que llevaba a mis problemas a pensarla. El recuerdo de una perfección, que la envolvía. Sin siquiera conocerla, ya la había hecho desaparecer. Consciente de que no era ella, sino un ideal lo que mis mientes perseguían, la envoltura comenzó a extinguirse, pues la inexistencia de aquella entelequia hacía que ésta se vuelva un mero fantasma, y por lo tanto se esfumaba en cada acto que nos encontraba. Un ideal perfecto, que terminó por consumirse a sí mismo en su imperfección. Y, entonces, ella se elevó de las cenizas de aquél ideal, perfecta por sus imperfecciones, que no la consumían... La creaban día a día...