Luego de vagar fervientemente por todas partes buscando algun lugar en donde caer dormido, decidí crear ese lugar yo mismo... Y resulta que no tengo sueño...
jueves, 27 de agosto de 2009
viernes, 21 de agosto de 2009
Increíble!
Este no es ningún texto literario ni nada parecido... simplemente es la única explicación que le encuentro al dolor que siento en el dedo gordo del pie derecho desde que me desperte de una fugaz siesta...
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AereOyVagabundO
lunes, 17 de agosto de 2009
Walt Whitman y Wystan Hugo Auden
UNA HOJA DE HIERBA
Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.
Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.
Wystan Hugo Auden (Inglaterra).
QUE PAREN TODOS LOS RELOJES.
Que paren todos los relojes, corten el teléfono.
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso.
Silencien los pianos y, con un sonido suave
traigan el ataúd, dejen venir a los deudos.
Permitan a los aviones dar círculos en lo alto
Escribiendo en el cielo el mensaje: ella está muerta.
Coloquen crespones alrededor de los cuellos blancos de
los servidores públicos.
Permitan usar guantes negros de algodón a los policías.
Ella era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste
Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso
Mi mediodía, mi medianoche, mi conversación y mi canción
Pensé que el amor duraría para siempre, me equivoqué.
Ahora no se necesitan las estrellas, sáquelas todas;
Llévense la luna y desmantelen el sol;
Vacíen el océano y limpien el fondo;
Pues nada, ahora podrá ser como antes.
Había subido una reseña de sus biografías, pero me quedó muy larga la entrada... En otra ocación será :)
saludos gentes,
AereO y VagabundO
lunes, 10 de agosto de 2009
Camino al Hades
Me levante de inmediato al verlo, rompiendo con veinte años de solemnes pensamientos, quebrando con la espera, regalandole el suspiro satisfactorio a mis esperanzas de aquel sombrío mito, en el cual creí desde el momento en que bebí de las aguas del Aqueronte y me supieron a las tragedias de quienes los navegaron y a las cenizas de los cigarros del único navegante que lo dominaba.
Al vencer la distancia, pude visualizar al barquero. Su harapos negros lo ocultaban todo, menos sus frías manos de corteza férrea y arrugada. Por lo demás, era tan solo un imponente sobretodo negro, que desde la altura exalaba el humo del tabaco desde las penumbras del embozo del viejo abrigo.
Al llegar a la costa de mis pesares, la barcasa vieja clavó su efímera mirada en mi existencia, y súbitamente quitó de mis entrañas cualquier ínfimo razgo o fragmento de vida que había en ella, para devolverlas hechas pura muerte. Sin abandonar su lugar en la proa, el navegante sin rostro me extendió una de sus garras, no invitando, sino obligandome a embarcarme.
Sus manos eran definitivamente corteza.
Ese hombre, que definitivamente no podía ser llamado hombre, ya le aburría ver como el tiempo y el espacio le temían, pero aún así sentía pasión por sus tareas. Se veía como ocultamente, disfrutaba de su oficio. Se movía respetando siempre la misma lentitud, haciendo de cada movimiento una acrividad majestuosa. Me sente al otro lado de la barcasa, y vi como el navegante se postraba ante mi con su majestuosa altura, apoyado en el largo remo de viejo roble negro y extendiendo su mano a la espera del pago. Tomé el óbolo de mi boca, que no estaba dispuesta a dejar salir ninguna palabra, y la deposité en las ramas del barquero. La barcasa se propulso con tanta violencia como se cerraron los dedos del demonio, y el pánico paralizó mi cuerpo.
Caronte, el Navegante Sin Rostro, me guió por el Aqueronte hasta la Estigia, domando al Can Cerbero, y depositandome en las puertas del Hades, precedida por Minos, Éaco y Radamantis.
La imagen de Caronte, aún me impide llegar a ellos.
El dibujo es mio, la mitología es griega =)
Los saluda con tres abrazos, dos besos y siete vasos
AereO y VagabundO (probando nuevos temas sobre los cuales escribir)
viernes, 7 de agosto de 2009
Desistir
Aceptar la compañía de la silenciosa soledad solo intensificó los aullidos en la taciturna cadena de reflexiones desesperadas que se sucedían en mi cabeza. Aún conforme con la figura de la pura ausencia a mi lado, mi aislamiento no me resultaba más ameno. Pero sí presentó consigo novedades.
Mis pasiones encontraban insultante a mi compañera nocturna a quien no consideraban lo suficientemente valiosa como para ser receptora de sus intereses. Entonces, dejaron su solemne estado de paciente espera y salieron al encuentro de mis recapacitaciones. Fue cuando por primera vez la vislumbre a ella. La luz en la oscuridad que tanto añoraba, se hallaba en el deseo no solo de mi mente, sino que también en el de mis sentimientos, quienes no estaban dispuestos a conformarse con olvidar y pasar el resto de su existencia junto a los desiertos que me embestían.
No me transmitieron ningún aspecto físico, pero me hicieron entender que ella estaba en una situación tan miserable como la mía. En algún lugar, en alguna oscura habitación, reflexionando quizás y luchando contra sus realidades. De alguna manera, al haber renunciado yo a mi búsqueda, ella había quedado sin ser encontrada. Se hallaba sola y desesperada, con sentimientos que ardían por ser encontrados, y aún así jamás serían correspondidos, porque desistí en amarla sin siquiera haberla conocido.
Luche nuevamente bajo el velo de mi insomnio con la rígida figura de la soledad que quiso una vez mas abrirse paso entre mis sábanas. Las noches volvieron a ser las de antes, pero el frío ya era más etéreo, y la noche me irrigaba de cavilaciones sobre colisiones pasionales, ya no tan ligadas a la mera esperanza, sino a una realidad sumamente potencial. Fue cuando dejé de buscar, que comencé a encontrar.