lunes, 27 de octubre de 2008

Caúsaco y Larrem

(Caúsaco y Larrem se encuentran en una habitación, tomando el té. Ambos pertenecen a la alta sociedad, pero Caúsaco es claramente más poderoso que Larrem, quien esta sentado en una silla, inmóvil, con la mirada fija en un punto, ahogado en sus pensamientos, con la taza de té en sus manos, que se enfría. Esta desalineado y visiblemente agobiado por el insomnio.)
Caúsaco: - Larrem, hay algo que no entendes. Acá, vos no sos la víctima, sos el victimario. No se trata de llorar por tu indecisión, sino por las mujeres. Larrem, pensá un poco en las mujeres. No en las tuyas o en las mías, pensá en la mujer en sí. No voy a decir que son divinidades ni que son sagradas, porque no lo son, pero sí las considero mucho más importantes que los hombres. No más útiles, ni más inteligentes,, ni por eso tampoco menos útiles o menos inteligentes, pero sí más fuertes del corazón, más hábiles en el manejo del amor pero más sensibles, y por ello, más importantes. Larrem, las mujeres fueron sometidas por el hombre durante años, y aún así, los hombres se quedan sin palabras frente a ellas. Aún así, ellas son más capaces de amar. Aún así, aman a un hombre. El hombre, por otro lado, se cree ser menos hombre por amar. El hombre se somete a sí mismo Larrem y, a diferencia de la mujer, no logra salir de ese sometimiento. Pero ese es otro tema, y no pienses que te considero menos hombre por amar a varias mujeres. Te considero un irrespetuoso. No me importa cuantas lágrimas hayas derramado por tu indecisión, sos un irrespetuoso aún hayan sido una gota o tres torrentes. Me importa que no hayas derramado ni una sola por darles esperanzas a varias mujeres, para luego solo quedarte con una. Una mujer feliz, no quita que haya cuatro corazones rotos Larrem. Y cinco mujeres a la espera de tú decisión, no son cinco mujeres felices.
Me decís que las amas Larrem… ¿pero con qué intensidad? Ni el corazón más amplio tiene lugar para amar a cinco mujeres. Mucho menos el tuyo. Larrem, ¿vos sabes lo que es el amor? O mejor aún, ¿vos sabes lo que es amar a una mujer? Yo, amando a una sola mujer, ante la más mínima indecisión, la tuve que dejar. Sufría por mi indecisión, sí, pero más sufría por ella, que yacía a la espera. Dejé que me dejara completamente, pero para que ella pueda ser feliz sin tener que esperarme a mí y a mis incertidumbres. Y a pesar de que hoy me arrepiento de mi decisión, ella, hoy por hoy, es feliz, y no me odia. Prefiero vivir equivocándome, a hacer sufrir a la mujer que amo.
Pero querido Larrem, lo más grave de todo esto, no solo es que te metiste con cinco mujeres. No es que tu confusión producida por estas cinco mujeres que te aman, se esté manifestando en ellas y las hieran del mismo modo que te hiere a vos. No es que expreses amor incondicional a cinco mujeres y lo hagas sin vergüenzas. Lo más grave de todo esto, es que te metiste con mis mujeres Larrem. Con una de mis hermanas. Con Cármida. Sabes bien, que hasta el día de hoy te considero un gran amigo, y te estimo casi tanto como estimo a mis hermanas, en especial a Cármida. Pero, Larrem, ya no puedo seguir viéndola alimentada de falsas esperanzas. No niegues que son falsas. Las posibilidades son de una en cinco Larrem, estadísticamente son falsas. Así que te pido por las buenas que te vayas. Mi hermana es una mujer fuerte, pero esta situación ha corrompido su fuerza. Y las otras cuatro mujeres, no se merecen perder el tiempo esperándote. Larrem, andate y toma una decisión que le ponga fin a ésta situación. No vuelvas hasta que estés decidido por una de ellas, porque de hoy en más, me olvido de nuestra amistad, y pongo por delante a Cármida. De hoy en más, todo lo que sé de tus amoríos, será conocido por Cármida si algún día te vuelvo a ver. Larrem, espero volver a verte algún día decidido por una sola mujer.

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