viernes, 26 de septiembre de 2008

"El Coleccionista de Sonidos"

Muy buenas noches, tardes o mañana, según lo que le sea más adecuado a su situación. En fin, hoy tengo el placer de presentarles a un amigo mio que tuve el placer de conocerlo el sábado 20 de Octubre del 2008, en el Auditorio Municipal. Si bien es un personaje surgido de mi imaginación y que expresé a través de mi imagen, he llegado a encariñarme mucho con este personaje. El problema es que realmente no se cómo presentarlo.
Se hace llamar Adrián, pero realmente no tiene nombre. Por lo general, se presenta como "el coleccionista de sonidos", ya que justamente se dedica a eso. Tampoco tiene cuerpo. Anda de cuerpo en cuerpo, tomando posesión de aquel cuerpo que le sea accesible. Aparece generalmente cuando alguien se queda sin palabras, con su silencio perfecto y que ningún sonido se le anima a irrumpir. Yo, he tenido la suerte de ver su aspecto físico, que ya no es físico. Un hombre viejo de barbas dormidas, desvelado por la búsqueda de María, y que arrastra un cajón pesado a sus espaldas, donde reposan en silencio sus sonidos, esperando a ser utilizados.
Sus sonidos predilectos, son las palabras, en especial los nombres. En una de esas palabras, en un nombre, entran infinitos significados, que cambian según quién los nombre. Cuando él nombra "María" es un significado único, que solo él entiende.
Él, alguna vez fue hombre. Alguna vez nació y en algún momento murió, pero lo más importante es que vivió. Jamás habló. Jamás emitió un sonido. No es que no haya tenido nada que decir, simplemente no tenía palabras, no tenía sonidos. Aplaudía silencios y pronunciaba tantos sonidos como el mutismo lo hace. Sin embargo, él, en sus silenciosas reflexiones, logró ver las palabras. Logró ver la forma física de las palabras. Veía como éstas saltaban de las bocas de sus dueños. Veía como las palabras de amor flotaban, enormes, y luego caían con una fuerza increíble. Como el odio tomaba forma áspera y cortaba el aire a una velocidad asombrosa. Cómo las mentiras caían a penas eran pronunciadas. Cómo incluso el silencio, un silencio muy diferente al suyo, un silencio intencionado, un silencio pronunciado, tomaba forma física. Él, se vio a sí mismo reciclando esos sonidos. Levantándolos el piso, sacudiéndoles el polvo y el olvido, llevarlos a su boca, y pronunciarlos tal cual habían sido pronunciados. No era su voz. No eran sus palabras. No eran sus sonidos.
Divaga de cuerpo en cuerpo, sin comer, sin dormir. Divaga buscando. Sólo una mujer ha penetrado el silencio del coleccionista de sonidos, ese silencio único y tan profundo que deja sordo a quien lo escucha. María. Su rostro, escondido entre las grietas del tiempo, se ilumina cuando su mutismo es irrumpido por el nombre de esa mujer. María. Lleva el nombre de su mujer, que no es suya, colgado en sus hombros, en cadena de oro, exactamente el nombre de ella, de María, pronunciada por ella misma, la palabra exacta que hace referencia a ella, y que lo llena de sensaciones al coleccionista. He probado pronunciarlo yo mismo, pero el coleccionista, frustrado, me alentó a que desistiera, ya que él solo contiene la palabra justa. El nombre pronunciado por ella. María, como he de llamarla yo desde entonces por mi incapacidad, es la única persona que ha hecho que el coleccionista tenga palabras. Por alguna razón, luego de conocerla, el coleccionista pudo generar sus únicas palabras, que lleva consigo en su bolsillo, por miedo de perderlas entre los otros sonidos en su cajón. Sus palabras son:
"Estoy enamorado. Estas son mis únicas palabras. El resto, las reciclo en realidad. Pero estoy enamorado. La estoy buscando. A ella, la estoy buscando. Se llama..."
Y a continuación, toma esa palabra colgada en su cuello, y con la delicadeza más delicada, la posa en su boca, y con cuidado pronuncia el nombre. El nombre más hermoso. La pronunciación perfecta. He escuchado muchas veces ese nombre, pero nunca con una totalidad de sentimiento y significado como lo hace el coleccionista. Es un artista. Pronunciar es su arte.

Ahora me voy. El coleccionista es un personaje singular.
Volverán a oir de él.

Saludos

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